No importa que pasen las personas; la frágil naturaleza humana es efímera y tiene fecha de caducidad, pero el espíritu, que es patrimonio del alma y ésta sólo es de Dios, es inmortal y deja huella indeleble allí por donde pasa. Si ya nos regocijamos con las recreaciones sin parangón nacidas del laico talento del diseñador del anterior equipo de gobierno, los actuales regidores no tienen por qué acomplejarse, ya que cuentan entre sus filas con discípulo aventajado no menos digno de las mayores alabanzas, eso sí, teñido del espíritu capillita que rezuman los nuevos próceres. Pasen, vean y deléitense con la singular contribución de nuestro Excmo. Ayuntamiento al Corpus Christi.
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